Cuando una persona se enoja fuertemente en contra de otra, sin quererlo está influyendo mentalmente de manera perjudicial sobre aquella.
Si persistiera en su agresividad psíquica progresivamente ira invadiendo la mente de la otra persona con influencias mentales cada vez más negativas y cuya acumulación en la mente de la víctima desembocarán inexorablemente en un desequilibrio psíquico y físico cada vez mayor.
De todas las influencias y daños mentales involuntarios que una persona puede hacer sobre otra, la envidia es la más común. La envidia es un deseo inconsciente de muerte en contra de otra persona, un deseo de que la persona que le despierta envidia al agresor desaparezca o se destruya cuanto antes.
Muchas veces sin darse cuenta, los envidiosos dañan mentalmente a sus víctimas en forma muy intensa, y por lo general ignoran el gran mal que provocan. Las personas muy envidiadas tarde o temprano sucumben a estas maléficas influencias y la vida y destino de ellas y de quienes las rodean se ven así amenazada y perjudicada.